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jueves, 3 de marzo de 2011

72 horas sin respirar

Mi PC murió! de repente mientras escribía, se apagó. Un olorcito a cable quemado y hasta ahí no más llegó mi empujón, no puede ser!, angustiada busqué el computador de mi hijo y no tenia internet! llamé de inmediato al servicio técnico y contestó alguien vacunado contra clientes histéricos y descontrolados, que de paso, seguro disfruta del dolor ajeno y con toda la paciencia me dio: 72 horas para enviar un técnico. 72 horas!!! eso es la mitad de mi vida, salí desesperada a buscar ayuda y en el camino me di cuenta que mi celular se quedó sin batería y como es lógico en alguien en estado dependiente: entré en pánico! Estoy aislada del mundo! cómo van a saber donde estoy? y ahora cómo me comunico? y mi blog, mis lecturas, mi facebook, mi skype, etc? - Solo falta que se me apague el carro-, le dije a regañadientes a mi hijo mientras lo llevaba a sus clases de hapkido, - "siempre que pasa algo malo, para equilibrar, tiene que pasar algo bueno" - me contestó muy serio - "mira, -siguió-  lo bueno fue que hoy comencé clases y me fue súper". Tan bello mi hijo, lo bueno le pasa a él y lo malo a mi, se lo digo, pero me encanta que piense empáticamente que somos uno.. Reconoce y me dice, "cierto mami, ya te pasará algo bueno a ti también" se despide y pienso que lo bueno me acaba de pasar.
Me siento frustrada en una cafetería, pido un capuchino y mi debilidad: un pie de limón para calmar mi angustia, miro a la gente pasar, me encanta intentar describir su personalidad, qué hacen que piensan, qué son, que buscan, que piensan cuando caminan, eso relaja mi pensamiento y me abandona al estado neutral de la anti-conexión, es mi mejor terapia, invento historias y me río sola, de repente, entre bocado y bocado, me doy cuenta que la herramienta es lo de menos, pido un lapiz al camarero y busco entre mis papeles, tomo una hoja del listado de útiles pendientes de mi hijo y recordando mi época de estudiante, comienzo a escribir. Los músculos adormecidos de mis dedos comienzan a despertar, recordándome el callo del estudiante que tenía en 6to grado, mis dedos intentan coordinar a la misma velocidad que mis ideas, hace tanto tiempo que no escribo a mano, me doy cuenta que mi letra ahora es desastroza! Ojalá lo entienda luego, este papel es un laberinto de flechas e ideas sobreescritas, tachadas y bosquejadas sobre la lista de libros de español que tengo que comprar.
No los haré sufrir más, 72 horas son muy largas de contar, el técnico llegó hoy, se nota que sabe lo que hace, desarma todo lo que ve, se molesta el desastre de cables que tengo detrás, encuentra uno quemado y lo reemplaza, me indica como a bebé, lo que tengo y no tengo que hacer, me siento regañada; como para calmar los ánimos le digo que mi computadora es tan lenta que yo la prendo y me voy a preparar un cafe, - es buena idea, me dice... corro a traerle un café. Termina después de 4 horas intensas, arregló todos los cables sueltos que encontró, mejor no le cuento los de mi mente porque ahí si que me cobra horas extras.
Me ha devuelto la vida, he comenzado a respirar nuevamente, tan pronto como se va, abro mi blog y encuentro que mis lectores siguieron siendo fieles, encuentro un lector de Suiza, uno de la Argentina, otro de Italia, que maravilla el Internet, yo preocupada y ustedes no perdieron la fe.
Hoy les regalaré poemas que escribí, en alguno de esos estados mentales de amor y desvarío.

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