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martes, 19 de abril de 2011

Salinas de Bolívar, Un ejemplo de comunidad

Está bien, no voy a hacer campaña, aunque tal vez alguna de mis intensiones ocultas sea rescatar los valores tradicionales que tienen los pueblos y su gente, algo que lastimosamente no provoca tanta publicidad como una buena guerra anti terrorista con cientos de cuerpos desperdigados por televisión. No desmayaré, sin embargo, lucharé desde acá por demostrar que aún existen pobladores en armonía universal y económica, aunque tenga que meterme en lo más recóndito de este planeta, encontraré lugares que logren demostrar una coexistencia sana. Acompáñenme en este nuevo recorrido y descubramos juntos cómo varios pueblos organizados logran hacer historia.
Intrigada por la fama de ésta zona, decido incluirla en mi lista de lugares significativos para visitar, así que aprovechando la viada y la guía sabia de mi padre, en aquel maravilloso viaje que hicimos juntos, fuimos para Salinas en la provincia de Bolívar, Ecuador.

Quiero imaginarme lo que cuenta la historia de este lugar: un misionero salesiano, llamado Antonio Polo, lleno de paciencia y sabiduría, llegó a estas tierras del altiplano andino, a mas de 3,550 msnm, cuando no existía carretera viable que interconecte estas parroquias por allá los años de 1970, para educar en la fe cristiana a tanto poblador indígena encontraba; una tarea colonizadora de la nueva era;  descubre en el tiempo que la gente tiene más habilidades de lo que pensaba, más ímpetu de lo que suponía y más recursos naturales de los que imaginaba, hacía falta una buena organización, así que decide emprender una misión admirable invitando a varias familias de cerca de 33 comunidades indígenas a unirse en su cruzada y dando forma a un proyecto de desarrollo autosustentable, funda la Industria de “El Salinerito” del Grupo Comunitario Salinas. 

Su nombre viene de las minas de sal que rodean las montañas de las cuales están hechas, la sal fue por cientos de años el único sustento de esta zona y todas sus aldeas se dedicaron tradicionalmente a secar la sal para poder negociarla como trueque, de hecho en la época de la colonia se pagaba la mano de obra con bloques de sal – el llamado oro blanco-, de igual cotización que el oro, de ahí proviene la palabra “salario”- nos explica el guía, mientras bajamos y subimos más de 400 peldaños bien cimentados en el perfil de la montaña hasta probar la misma agua salada que brota del corazón del cráter salino, un río subterráneo jala sales minerales de lo profundo de la tierra, el sol calienta la piedra bañada de agua salada que se evapora, dejando la sal concentrada y densa en unos cántaros, excavados para ése fin, que remontan a la época de los Incas o los “Panzaleos”, una cultura preincaica, -se prueba la densidad con un huevo, - nos cuenta el guía - si flota el huevo, el agua está lista para cocinar en paila de bronce, cobre o cerámica durante 14 a 16 horas para evaporar toda el agua, dejando sal refinada yodada y rica en minerales al fondo. Me quedo casi sin aliento, pero la fortaleza de estos pobladores me anima a seguir explorando todo lo que tienen por enseñarnos.

Nos atrae un olor delicioso a leche de vaca recién ordeñada, seguimos el rastro suave y dulzón de este aroma cremoso y caliente que nos envuelve y llegamos hasta la fábrica de Quesos Salineritos, nos dan permiso para entrar después de desinfectarnos, mi hijo quiere quedarse en los tanques de almacenamiento de leche recién llegada, el olor es tan placentero que evoca una sensación maternal inmediata; detrás de vidrios podemos ver cómo procesan, pasteurizan, cuajan y clasifican la leche y sus derivados, dando como resultado cremas, mantequillas y quesos de variedades y dimensiones increíbles, la desinfección es impecable, me impresionan los quesos de maduración 8 meses a 1 año, que miden un metro de diámetro, pesan 17 kg. y cuyo precio es de $140,00. El 95 % de las familias se dedican a este negocio, desde la ganadería, la distribución, el procesamiento, la fabricación hasta la venta, y ahora en el turismo, la artesanía y otras industrias; hay para todas las familias.
Seguimos caminando y llegamos a la producción de chocolates El Salinerito, -esto se va poniendo cada vez mejor-, originalmente se entregaba el cacao crudo a la Ferrero en Italia, ahora se procesa y produce local hasta 62 variedades de chocolates para la exportación -¡este proceso me encanta!: el cacao tostado, pilado, molido, amasado, clasificado y aromatizado es un deleite al olfato y al paladar también, porque salir de aquí sin degustar alguna de esas exóticas y deliciosas variedades de chocolate sería un pecado que el Padre Polo no me absolvería.  
Seguimos hacia la fábrica de embutidos donde nos encontramos con una producción de cárnicos entre embutidos crudos y semi-cocidos, pernil serrano, piernas de cerdo, tocinos, jamones y tocinetas, ahumados, enterrados y madurados por más de 8 meses, con una variedad para todos los gustos y sabores.
Y más producción como para saciar mi curiosidad:
Los Hongos de la variedad “Boletus” similar al Portovelo, que nacen espontáneamente en los árboles de pino que envuelven la zona y que cosechados en invierno, son secados, deshidratados, empacados y exportados hasta en un 70% para la cocina gourmet más exigente.
La industria textil, desde trasquilar la oveja, lavado de la lana, desinfección, enjuague centrifugado, secado e hilado. Esta producción se envía a una cooperativa de mujeres tejedoras que se encargan de elaborar las prendas de vestir que terminan exportándose a Alemania, Austria, EEUU y Canadá.
La industria de la soya que produce leche, quesos, yogurt, pastas, pan, galletas.
El vino orgánico de frutas silvestres, mermeladas, jaleas y dulces
El cuero seco de animales para hacer balones de fútbol, tejidos y pintados a mano uno a uno, deja impresionado a mi hijo acostumbrado a la acelerada producción industrial.
Y los objetivos no terminan aquí, los planes se orientan a hacer un Instituto como el Zamorano, escuelas agrícolas que eduquen más gente que trabaje en más proyectos, que permita que el sustento sea permanente hacia más familias, que involucre a más comunidades y más gente con conciencia venga a visitarlos para que difunda su admirable obra.
Terminamos nuestro recorrido en las tiendas artesanales que exhiben la habilidad manual de estos artesanos tan gentiles enfocados a complacer a turistas curiosos como nosotros.
  
Nos queda un sabor de nostalgia, no solo por el momento de partir, sino por la grata experiencia aprendida y el orgullo de saber que aún existen en el mundo, lugares así de asombrosos por descubrir. 

"Economía Solidaria es la que pone
en el centro a la persona humana
con su elemento de convivencia.
Esto es lo que hacemos en Salinas.
La parte económica es un
elemento invalorable para la
persona humana,
pero no es el fin"

Padre Antonio Polo.
   

2 comentarios:

  1. Me encantas como escribes! sigue adelante ademas me haz inspirado de nuevo a escribir y sabes que es el mejor relajante que existe

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  2. Las raíces tiran hacia la tierra...allí mismo en los orígenes.

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