BIENVENIDOS!

Un espacio entre nosotros, dedicado a liberar esa carga, ese comment reprimido a punto de explotar y que solo un buen vino y una buena charla lo saca!

Adelante este es tu espacio, comenta, critica, opina, descarga y se libre de pensar y sentir..

lunes, 23 de abril de 2012

El Sub realismo de un atraco.


Hace falta un empujón para salir del agua. Este es un relato real que me sucedió y que lo dejo plasmado como una lección aprendida en el camino que me toca vivir.

Eran las 8 de la noche y regresaba a casa después de una jornada normal de clases y visitas familiares, tenia planeado visitar a mi hermano pero no lo hice, decidí pasar de largo por su casa e irme temprano a descansar. Telefoneé a mi madre para decirle que llegaría en 10 minutos, que todo iba bien.  Y así fue durante los próximos 5 minutos, hasta que mi mente tuvo un desconecte con la realidad y lo que sigue sucedió como en cámara lenta…

Un semáforo en rojo, en una intersección importante, un vehículo delante de mí, otro a mi derecha, un bus lleno de pasajeros detrás y yo esperando sumergida en el abismo de mis ideas, contando los segundos o tal vez los autos que cruzaban sin percatarse de mi existencia; de pronto un golpe y el sonido de un cristal rompiéndose y miles de pedazos de cristal volando hacia mí, volteé a mirar y vi la mano intrusa que tomaba mi cartera para salir corriendo, lo detuve. No sé cómo, ni en qué momento mi mano derecha se lanzó a la misma velocidad que él, sobre su mano y agarré del mismo lado la cartera, jalé con todas mis fuerzas y me escuché gritarle -“¡No lo hagas!”, sentí que mi corazón salía por mi boca, mis músculos se tensaron, mi angustia se apoderó de mi por completo -“¡suelta!” me gritó, -“¡por favor, no lo hagas!”, -“¡suelta te digo¡”, -“¡por favor, NOO¡”, y en cada súplica forcejeaba con todas mis fuerzas para mi lado mientras el ladrón lo hacía para el suyo.  Mi mirada desesperada, buscó ayuda en los autos que me rodeaban, sólo encontré ojos aterrorizados de mudos espectadores en pausa, como esperando el fatal desenlace para lamentarse de lo que no debía suceder, pero estaba sucediendo. No pensé soltar, me di cuenta que nadie me ayudaría, pensaba en mis documentos, mi pasaporte, papeles importantes que sólo me importan a mi, un regalo para mi hijo de sus abuelos, pensaba en que no está bien, que esto no me está sucediendo, esto no es real, NOO, no voy a soltar “¡No lo hagas!” le dije por enésima vez mientras jalaba con todas mis fuerzas mi cartera hacia dentro del auto.  De pronto, un movimiento veloz puso un fin a la discusión, su mano sujetó un arma y me dijo: “¡sueltas la cartera o quieres que te mate!”,  de verdad que no le creí, dentro de mi cabeza me escuché decirme, “no está hablando en serio”, “no me va a matar”, “está tratando de asustarme”, “¿está seguro que lo va a hacer?, ¿de verdad que me va a matar? ¿va a apretar el gatillo?... fue entonces que sentí una fuerza que abrió mi mano amortiguada y entonces solté… solté todo, solté en llanto, solté el miedo que llevaba acumulado, solté la angustia que tensaba mis músculos, solté el pánico que estaba escondido y miré paralizada a la misma gente que me miraba sin saber qué decirme... entré en shock y lloré sin percatarme que el semáforo había cambiado a verde y los autos se movían lamentándose de mi cuadro doliente y patético en la mitad de la vía.  Nadie hizo nada.

No fue sino hasta después de una media hora, cuando la policía llegó junto con mi hermano, que me percaté que tenía la mano cortada y mis dedos amoratados, ni siquiera sentí el golpe que me había dado contra el volante. 
¡Oh Dios!, el ladrón no te roba la plata, te roba la paz, se lleva tu armonía, no tus cosas, te deja en completo desequilibrio, te deja miedo, desasosiego, inseguridad,  desesperanza.

No tuve rabia, tuve tristeza, tristeza por ese hombre que tiene que robar para tener, que tiene que golpear para hacerse sentir, que tiene que invadir para existir, tristeza por esta sociedad que no fortalece valores, que cría hijos en las calles, que tira pobreza a diario, que brota hombres y mujeres vacíos de si mismos, que deja de pelear por lo justo para engrandecer vanidades; que no mira más allá de lo que le conviene, que no participa porque no le importa.  

Necesité una terapia de abrazos para recuperar mi equilibro. Gracias a cada uno, mis amigos y mi familia que sabe lo que hizo para regresar mi paz.  Gracias a ustedes que se preocuparon por mi bienestar,  que me permite sacar valor para escribir mi relato y pensar las cosas con más claridad, seguiré caminando esta vida, no me tocó mi hora aún, al fin de cuentas, hay un mundo por delante que necesita gente con valor, gente fortalecida, dispuesta a luchar por lo justo y rescatar individuos hacia la conciencia, pues ¡aquí estoy!  Y ¡más fuerte que nunca!


Lic. Yadyra de Paz y Miño