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Un espacio entre nosotros, dedicado a liberar esa carga, ese comment reprimido a punto de explotar y que solo un buen vino y una buena charla lo saca!

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jueves, 20 de septiembre de 2012

En mi pequeño cuarto


Mis nervios han sido alterados, reconozco que estoy agitada, inquieta, perturbada, no logro provocar una conversación coherente, incluso me enojo con facilidad, tu no tienes la culpa, lo siento, son mis nervios, ¿será que debo parar? Tal vez merezca un descanso, eso es: Dormiré durante dos días y dejaré de pensar…

¡Me han atropellado! Eso es lo primero que pienso cuando me despierto. Tal vez haya perdido también la memoria, dicen que es la consecuencia de los atropellos,  pero lo recuerdo todo y contradictoriamente hasta me da ternura… 

Un pequeño cuarto de hotel, paredes blancas sin gracia, un piso de baldosa desgastada, una mesa de madera simple, una silla y una lámpara; una ventana tipo persiana que da a la calle, donde obvio, falta una hoja de vidrio que deja entrar el devenir de la gente, escucho sus pasos, sus conversaciones, de vez en cuando una motocicleta que sube o baja, unas risas y a veces por las noches algunos chicos celebrando su juventud o sus amores clandestinos… lo escucho todo porque aunque quisiera, no puedo evitarlo, si mi cama da a la ventana que está pegada a la calle. ¿Qué más puede pedir un escritor?  Pienso que así debió vivir Cortázar en sus mejores tiempos cuando vivía en una posada o Hemingway antes de lanzar sus afamadas novelas en la post guerra, ¿será que este es el mensaje que me traen las musas?  Lo tomo así y me acostumbro, es más, hasta le tomo cariño.  Es la habitación que me han dado para que acomode mis cosas, como invitada entre de un grupo de escritores y artistas que vinimos a exponer en la Diáspora Africana en el entorno de la Feria del Libro en Costa Rica.  No pasa nada, estoy contenta, es precisamente el lugar que un escritor necesita para inspirarse, nada de lujo, gente amable y sencilla, amigos estupendos. 

Sin embargo hay algo que no puedo sobrellevar y que me ha hecho salir corriendo de este idílico escenario literario. No quiero que suene a exageración, pues no lo es, junto al cuarto “norte” donde estoy hospedada, junto a mi cama que da a la ventana, junto a la ventana que da a la calle, está una estación de trenes que algún brillante presidente decidió rehabilitar hace dos años y que cada media hora anuncia la llegada imponente de 20 eternos vagones de carga y pasajeros, tiembla el cuarto y el tren se abre paso entre la gente y las calles con un ruido escandaloso, ensordecedor, estridente y perpetuo, tocando su sirena hasta dejar pasar el último vagón y callarse.    Dicen que el tren pasa una vez en la vida, pues en apenas siete días de mi vida en Costa Rica, ha pasado ese “bendito” tren alrededor de ¡250 veces!  Vivo cada media hora y muero al sonido de la siguiente sirena cuando viene el tren y pasa por encima de mi, en mi pequeña cama, en mi pequeño cuarto, en mi pequeño hotel, de mi pequeño mundo y me atropella otra vez.  


jueves, 6 de septiembre de 2012

Mi pedacito de Yo


Es extraño
No estoy triste, pero tengo dentro de mí un pedacito con esta cara :( 
Quiere llamar mi atención, yo sé, pero no le hago caso
Siento que es caprichosa porque no la dejo salir
Se que si le doy espacio va a hacer de mi lo que quiera
Decido mirarla de frente y le digo: ¿qué te pasa?
Me vuelve su mirada triste :( y siento que voy a ceder…
La regaño: ¡No me vengas con esos cuentos a estas alturas del partido!
Ahora me ignora, yo sé que disimula, ya no me habla,
Tal vez la prefiero así.
Vuelvo a enfocarme en mis cosas mientras pienso:
“Mis hijas están bien, sólo las extraño”…