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jueves, 15 de diciembre de 2011

Sólo quería comer

No sé que hacer, tengo solo 18 años y este chiquillo que cargo conmigo no corre a la misma velocidad que yo.  Debo concentrarme en huir. No me va a romper tu cara de ángel ni tus 4 años recién cumplidos. Todo se ha vuelto un desorden, todo esta de cabeza, me sigue la policía y ni siquiera sé qué fue lo que hice de mal. Sólo necesitaba comer y dar de comer a este pequeño que cargo conmigo.

Estoy cansada y no he parado de correr, sin darme cuenta hemos entrado a una estación de tren que parece abandonada, se nota que los trenes no se han movido desde hace tiempo, la grama está crecida, los vagones oxidados y malolientes, todo está obscuro, parece que en algún momento escuché que estaban en huelga, malditos huelguistas, maldito gobierno, no me importa lo que haya pasado, ninguno de estos estúpidos trenes me llevarán para ningún lado.

Me meto entre los trenes, me tropiezo pero no paro. Siento que están cerca y debo buscar cómo evaporarnos de aquí.  Este chiquillo no sabe correr…  - Espera, hijo, debemos escondernos - ¿Por qué? – no te puedo explicar, entra aquí. – No quiero mamá, está muy obscuro – No importa, ¡entra!

Lo dejo escondido a la fuerza en uno de esos vagones que se pierden en la obscuridad, debo buscar una manera de salir sin que la policía me pesque, ni si quiera sé a donde iré.  Solo quiero irme de esta pocilga que me tiene tan mal.  Lo dejo por un momento porque correr con él para encontrar una salida es un problema.  Lo escucho llorar pero no me vuelvo.  Prometo que regresaré en un minuto cuando encuentre la salida, le digo en mi mente: “espérame, vendré por ti”.

Pero tan pronto como doy la vuelta me atrapan, ¡no los vi venir! ¡Desgraciados! ¡Suéltenme! ¡Malditos h. d. p! ¡Son cuatro contra mí! ¡Abusivos!  Me atrapan y me tiran al suelo, me golpean y me esposan, en contra de todo lo que grito y pataleo. Me arrastran a la fuerza, son más grandes y más fuertes que yo. No puedo hacer más que gritarles todo lo que pienso de ellos...  ¡Pero esperen! ¡Alto! ¡Deténganse un momento!  ¡Mi hijo está entre los vagones! …¡Por qué no me escuchan!  ¡Estoy diciendo la verdad! ¡Vayan a buscarlo si no me creen!  ¡Deja de reírte cerdo maldito!  ¡Mi hijo está ahí!...

Ya no tengo lágrimas que llorar, ni palabras que maldecir, hace más de un año que estoy en la cárcel y nadie vela por mí.  Hoy me dan salida.  Por hurtos menores no debieron haberme encerrado tanto tiempo…  sólo quería comer…

Regreso a la estación de trenes… son los mismos trenes que hace un año, parece que la huelga continuó, me pregunto ¿qué sacaron al final con esto?, en fin, la grama está más crecida, el desorden es igual. Busco el vagón absurdamente. Se que ha pasado un año, no puede estar ahí.  Pero mi corazón me dice que comience donde me quedé.  Fue un lapso de un año que me perdí del mundo. Quiero seguir viviendo. Quiero encontrarte mi amor.  Te prometí que vendría por ti ¿Donde estás?  Escucho voces, pido ayuda, me miran extrañados, tienen miedo de mí o tal vez se compadecen, no saben de qué niño les hablo.  Corro entre los vagones gritando tu nombre, tal vez no era ese vagón, quizá era este otro, o aquel… abro las puertas, entro, busco entre las cajas, voy al siguiente y al siguiente… no hay nada…

Me arrimo de espaldas a la pared sucia que está en la estación, mi cuerpo no puede más con el dolor, me duele el remordimiento tanto que mi corazón se va a partir.  Me tapo la cara con las dos manos para aguantar el peso de mi estupidez, voy resbalando de a poco hasta llegar al suelo que es el único que detiene mi dolor y mi llanto…  lloro tan fuerte que mi llanto me ha despertado hoy en la mañana con este sentimiento de abandono y tristeza tan grande, que no he podido hacer otra cosa que escribirlo en mi blog. 

5 comentarios:

  1. Me querida escritora que historia mas fuerte y me imagino que verdadera para mucha gente, hay veces que la desesperacion nos lleva a cosas que ni nos imaginamos, cosas que tal vez nunca cambiaran nuestro rumbo de la vida, ojala y este ninito encuentre a su mama. A ver si llegamos al proximo capitulo.

    Como siempre escribes bello y continua Felicidades nuevamentr

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  2. Realmente tu historia es muy fuerte, resume el dolor de madre y la soberbia de los que se amparan en un uniforme para maltratar.
    El final es como una confesión y duele.
    Te felicito.

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  3. un pedazo de dolor escrito en un momento de desvarío. Gracias por sus comentarios. Alimentan mi ser.

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  4. La sensación de pérdida en los sueños es cosa corriente. Y que, al despertar, sientamos como que hubiese sido todo cierto.
    El que pudieses plasmarlo en este texto es un logro. De hecho, Bioy Casares solía escribir cuentos a partir de sus sueños, convenientemente aderezados y corregidos.
    Ya se ve, es una técnica literaria que puede llevarte alto, hasta ganar un Premio Cervantes.
    Saludos.

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  5. Yady, es preciso soltar el dolor en algún momento si; el dolor se arraiga a veces dentro de nosotros, carcomiendo el alma, lacerando el espíritu. Tú lo sueltas, lo echas fuera, con fuerza, ¡con empuje! con soberbia. Los sueños ayudan, ellos nos ayudan...

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